Ya sé por qué al dinero se lo
llama la pasta. Porque une. Es como un pegamento que se aplica, como debe ser,
a las superficies de los dos cuerpos a ajuntar. Pasta con pasta. Y elimina toda
diferencia que pudiere haber de credos o ideales, de posturas o criterios, de
actitudes o temperamentos. Practica el temperamento
igual.
La pasta transita, o
hace transitar, de una tonalidad a otra, emocionalmente distintas pero
cuantitativamente semejantes, sin novedad. Uno va y viene, de un lado a otro,
sin que el cabello se le erice o el pulso lo acuse. Por la pasta que todo lo
empasta.
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