La jaula impide a mi canario volar. Todas las jaulas. Y a la vez le protege. Todas las jaulas. No parece que él lo deplore. Por lo que canta y cómo canta parece feliz, aunque no vuela. Se siente protegido. Canta cuando oye a Haydn. Canta cuando escucha la aspiradora. Pero, sobre todo, canta cuando se aplaude. El aplauso es el motor principal ¿ama la fama? que mueve su impulso canoro.
Entre protección y vuelo, acaso incompatibles, no es fácil elegir. Todo lo que nos asegura (si de seguridad, siempre relativa, siempre amenazada, cabe hablar) nos corta las alas. Todo vuelo es inseguro. Y toda seguridad impide el vuelo (salvo al pensamiento, que vuela "su l'ali dorate".
No hay comentarios:
Publicar un comentario