A alguien (oigo) le ha caído un millón de euros (el euromillón). Comentario: para ése se acabó la crisis. ¿Se acabó? ¿O empieza? ¿De qué crisis hablamos? ¿O es que no hay más crisis que la CRISIS? Que no es otra que la quiebra de un sistema inhumano, feroz, detestable, llamado capitalista y fundado en el dinero. El tejemaneje del dinero, fluido hasta hace unos años, de pronto se atasca, se bloquea. Y todo tiembla. Los unos porque no van a ganar tanto como pensaban. Los otros porque pierden lo que no tuvieron nunca. Y los que administran porque viven del cuento (el cuento es el sistema).
Por sistema yo no juego a ninguna especie de lotería. Por una razón: porque me espanta que pueda tocarme el gordo. Manera de evitarlo: no jugar. No quiero correr ese riesgo. No quiero verme, de la noche a la mañana, convertido en rico. Lo que desencadenaría en mi vida, y en mi mente, una catástrofe, una auténtica crisis. Una crisis de verdad: de valores, de convicciones, de principios. Esas son las auténticas crisis.
La crisis de un sistema aberrante, gobernado por el mercado y suscrito por los poderes fácticos y por los medios que los airean (si para bien o para mal, no importa, pues los airean) no es con propiedad una crisis. Es más bien un fracaso, un craso error, una bancarrota anunciada, el desenlace (liberador, como todos ellos) de una torpeza descomunal, de un juego perverso. El despertar de una pesadilla.
Es verdad que hay muchas perspectivas de ver la crisis. Me gusta llamarla, mejor dicho, "derrota" o "fallo". Confundir términos es algo muy habitual en estos tiempos, y sobre todo en España. Y yo sigo tu blog, para que veas... ¡Ojalá tú hicieses lo mismo con los míos!
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