"El tiempo es oro", dice un refrán castellano. Menos retórico y más pragmático, "The time is money", asegura el aforismo inglés. Ambos, pues, coinciden en la ponderación de su alto valor. Robar, por eso, el tiempo ajeno es grave delito. Ahora bien, un hurto cualquiera solo se perdona si el ladrón restituye lo robado. Pero ¿puede el ladrón restituir a su propietario el tiempo que le ha robado? El tiempo e irrecuperable. De donde se deduce que devolverlo es imposible. En consecuencia, esta especie de hurto es imperdonable. Es imperdonable que se nos robe esa joya preciosa, única y estrictamente personal, que, para cada cual, es su tiempo.
El tiempo es más que oro reluciente y mucho más que sucio dinero. El tiempo es vida. Tu tiempo es tu vida Y tu vida es tu tiempo. Quien te roba el tiempo te roba la vida.
En tanto tu tiempo es tuyo, tú decides de su empleo. Si otro decide por tí, tu tiempo deja de ser tuyo. Te lo han robado. O acaso tú lo entregaste (con engaño). El adicto a unas y otras pantallas se deja robar el tiempo. Entre tanto, quienes se lo roban hacen su agosto. De ahí que la impuntualidad sea práctica común en los programas de las TV. Si tú me has entregado tus 24 horas ¿qué más da que yo me demore, o que te entretenga a cada dos por tres? Entretener es robar (el tiempo). Sin derecho alguno a restitución. Como lo es distraer. El mercado cambia los productos de sitio para, entreteniendo y distrayendo, vender.
Su negocio es nuestra ruina. Ellos ganan (o pierden). Tú solo ganas lo que en cualquier momento puedes perder y pierdes en cambio lo que no podrá jamás recuperar. Que se lleven tu dinero es lo de menos. El tiempo que te hacen perder vale mucho más. Al menos para tí. Y solo para tí. Los proverbios aludidos creen encarecer (dinero, oro) el valor del tiempo, pero lo deprecian. Vale mucho más. Tu tiempo eres tú.
No hay comentarios:
Publicar un comentario