sábado, 19 de noviembre de 2011

VOTOS Y VETOS

Pienso que los seres humanos no siempre sabemos lo que queremos, pero siempre, o casi siempre, sabemos lo que no queremos. Por ejemplo: yo sé que no me quiero morir. Luego quiero vivir. Pero ¿cómo? Porque hay muchos modos de vivir, incluso de malvivir o de sobrevivir. ¿Quiero vivir en cualquier caso, a cualquier precio, en el estado que fuere? Sobre lo que quiero albergo dudas. Sobre lo que no quiero no tengo ninguna.

De ahí que el voto (lo que quiero) siempre sea incierto. Solo el veto es seguro. Solo de él tengo certeza. Sería pues del todo razonable que ejerciéramos nuestro derecho al veto, indudable, en lugar de nuestro derecho al voto, dudoso. El elegido sería en consecuencia, no el más votado, sino el menos vetado. Y al mismo tiempo los candidatos se verían sometidos a una saludable prueba de modestia.

1 comentario:

  1. No sé si acabo de entenderlo, pues es un poco lioso. Pero, si para mí es lioso, ¿para el autor no será un mérito haberlo escrito?

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